Mis ojos, los suyos.
Mis ojos en los de ella. Sus ojos tenían mi cara dentro.
"Puedo decirte una cosa", me dijo.
"Claro, dime lo que sea", dije yo.
Y entonces nos besamos.
Me rozó los labios. Y lo primero que sentí fue un impresionante cosquilleo en la tripa.
Sentí que no quería que ese momento acabase nunca.
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